Cuéntanos tu historia

En este apartado pondremos las historias de personas que hayan adoptado un perro/gato y la quieran compartir con nosotros animando a otras personas a hacerlo.


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Historia de Maribel Mateos Fernández 
"Yo no soy lo que se dice adoptante mi gatita me la metieron por la ventana cuando tenia unos 15 días y aquí esta ya 5 años y medio la persona que me la trajo supe quien fue varios meses después y sabia perfectamente lo que hacia a mi se me había muerto mi perro con 16 años y lo estaba pasando fatal porque aparte del perro estábamos pasando por una enfermedad familiar tan terrible como es un cáncer y mi gatita me dio la vida pues estaba pasando una depresión y hoy es mi vida la quiero como nadie puede querer mas y me quito todo el dolor que tenia dentro un animal sea perro o gato te llena la vida y a mi me la lleno con creces animo a todo el mundo a que adopte y ademas de hacer una buena obra su vida sera mas feliz."

Historia de Marta Pérez Amigo
"A mi Brandy me la devolvieron poco después de adoptarla,y nadie la quería por ser hembra, porque iba a ser grande, por mil tópicos. Pues le digo a toda esa gente que se han perdido una compañía perfecta, obediente, juguetona, cariñosa. Nunca me arrepentiré de haberla adoptado, no sabría vivir sin ella"

Historia de Cinta Romao Fernández
"Hola amigos os cuento como llegó a nuestra vida blanca una hermosa labradora, me llamó una amiga un poco desesperada porque había aparecido en la puerta de su casa una perra y me contó como estuvieron alimentando durante una semana . Su desesperación era que tenían que marchar y no sabían que hacer con ella , les aconsejé que la llevaran a la guardia civil para comprobar si tenia microchip y si lo tenia pero no hubo forma de localizar al dueño , al menos nos sirvió para saber su nombre y la edad que tenia. La guardia le dijo que dejara la perra donde la encontró y que en dos semanas la perrera pasaría a recogerla , mi amiga pregunta que será de ella y le dicen que de no localizar al dueño la sacrificarían , con lo cual me vuelve a llamar para ver que podíamos hacer . A mí no se me ocurre otra cosa ante su desesperación que decirle ! Tráemela! Yo ya tenia diez perros la mayoría recogidos , pero pensé !le buscaremos dueño! Pasada una semana no había forma de separar a mis hijos de la perra ni a ella de esos diez amigos que la acogieron como una mas desde el primer día . Tiene cinco años y es juguetona como un cachorro , noble, cariñosa, obediente todo lo que se pueda decir de ella es poco . El que la abandonó no sabe lo que perdió , yo doy gracias de que llegara a nuestras vidas. Todos los perros tienen derecho a un hogar pero mi experiencia y puedo decir que son muchos años y muchos perros los que han pasado por mi vida cuando recoges un perro abandonado te lo da todo todo"



Historia de Marta Freniche

"Mi familia y yo veraneamos en Punta desde siempre. Un verano, aparecieron allí ocho gatitos en la calle, tres de ellos huérfanos y el resto, de otra camada, con su madre. Nos llevamos a casa dos huerfanitos, Lino (que ya no está con nosotros) y Lina. Ahí empezó todo.

Buscando información para su cuidado, pues era la primera vez que teníamos gatos, dimos con el foro de una protectora cercana, y mi hermana y yo nos hicimos voluntarias hasta que tuvieron que dejar el terreno donde se ubicaba. Fue una experiencia estupenda y que le recomiendo a todo el que puedo.

Una de las tardes que fuimos al refu, trajeron una perrita nueva recogida en Pilas. Era una podenca andaluza, la llamaron Pili. Llegó con muchísimo miedo, sobre todo a los hombres, y una infección de útero grave que le estaba produciendo fiebre. Enseguida nos la llevamos de acogida para poder operarla. Más tarde descubrimos que tenía tres vertebras hechas polvo de los golpes, cosa que ahora, unido a la artrosis, le resta mucha movilidad... La adoptamos sabiendo que habría sido duro para ella volver al refugio, y sabiendo también que los podencos tienen mala suerte para eso de las adopciones, aunque no me lo explico porque son un encanto. Es difícil describir lo que se siente cuando un perro con tanto miedo empieza a confiar de nuevo.

El siguiente fue Bribón, un perro grande también del refugio. Bribón era como vuestro Chocolate, te abrazaba en el patio para llevarse todas las caricias posibles. Nos daba miedo que no se llevara bien con los gatos (quizás por el mito de que sólo los cachorros se adaptan), pero al final era Lino quien intentaba pegar a Bribón subido en una mesa o una encimera. Él ni caso. Se adaptó muy rápido, aprendió a no subir a la planta alta, a sentarse, dar la pata, tumbarse... Es un perro muy noble.

Después llegó Lucca. Era un gatito blanco sin destetar, metido en una bolsa de basura en un contenedor de mi urbanización. Menos mal que mis hermanos escucharon sus maullidos de auxilio. Tuvimos que darle biberones, pero ya teníamos la experiencia de Lino y Lina. Estaba muy débil. Hoy es un gato precioso, aunque no le gusta que los mimos duren mucho tiempo.

El último fue Rem, otro gato que encontramos en la urbanización. Él ya tenía tres meses al encontrarlo y es nuestro gato-perro. Siempre nos saluda al llegar, nos sigue, quiere caricias... y es muy inteligente.

En todo este tiempo también hemos tenido otros muchos perros en acogida temporal, y hemos recogido otros gatitos de la urbanización para buscarles adoptantes. Personalmente me llena muchísimo ayudar en lo que puedo a unos animales maravillosos que sin nosotros no tienen nada, y que mucha gente trata como objetos o deja venir al mundo sin saber muy bien cómo van a acabar por no esterilizar...
Pienso que en el futuro voy a adoptar perros y gatos viejos, con miedo o con minusvalías. Muchas veces no se les quiere pero también merecen su oportunidad!"








Historia de Alejandra Fernández

"Esta fue la primera foto que le hice a mi perro; la realicé para imprimir carteles y buscarle una adopción…porque lo acogí en casa sin pensar en quedármelo.

A chico nos lo encontramos en Huelva capital, a la altura de Media Mark…con una cuerda atada al cuello y corriendo, muerto de miedo, por la carretera. Aparcamos como pudimos, y nos fuimos corriendo a buscarlo…Se notaba que era un perro que no estaba acostumbrado a estar en la calle, y tenía pánico a la situación que estaba viviendo. Cuando él se percató de que estábamos intentando cogerlo, se metió en un colegio…y nosotros detrás de él.

Nos metimos a escondidas en un colegio que estaba cerrado, era ya de noche, y después de casi media hora intentando cogerlo…tuvimos la suerte de poder engancharnos a la cuerda que llevaba del cuello. Una mujer que estaba allí con nosotros nos contó que había estado todo el día atado a la puerta de ese mismo colegio con esa cuerda, y se había desatado… Fue un abandono en toda regla; dejan a un animal atado a una reja, a la merced de que tenga suerte y se hagan cargo de él.

Me acuerdo de que fuimos corriendo a un supermercado y le dimos de comer...y de la ansiedad entre la comida, la nueva gente y el viaje en coche…vomitó todos los asientos, jajaj. Estuve buscando a las tantas de la noche algún sitio donde poder dejarlo, y al no encontrarlo, me lo tuve que llevar a casa. Esa misma noche le puse ese chaleco rojo que aparece en la foto, le compré un juguete, le di de comer y le hice un buen reportaje fotográfico…

Estuve buscándole un hogar por redes sociales, contactos y amigos…pero nadie apareció. Menos mal.
Ahora sigue aquí conmigo, es mi sombra. Me persigue por donde quiera que yo vaya…Muestra mucho cariño a todas las personas de mi familia, pero conmigo es diferente, conmigo es especial. Dormimos todas las noches juntos, en mi cama, le doy las buenas noches y él me da los buenos días (besuqueándome las manos, es un buenísimo despertador).

Con él he conocido qué es todo lo bueno que te puede aportar un animal; amor incondicional, siempre compañía, te esperan en casa con la mayor alegría del mundo, y te miran como si fueses lo mejor que hay en el planeta…
Menos mal que un día lo encontré. No cambio este amor por nada del mundo."


Historia de Sonia Herencia
Hace unos dos años, a mi marido, José Luis, le dio una subida de tensión tan tremenda que aún hoy sigue sin poder llevar una vida laboralmente normal. La otra vida, la cotidiana, la va intentando normalizar.

Unos días antes de esto, me regaló una perrita, Lola. Es una dálmata preciosa, muy inquieta y tremendamente nerviosa que llenó el hueco que años atrás dejo otra perrita, pastor belga, que tuvimos durante casi 11 años, y que nos dejo un vacío enorme.

Después de pasar la gravedad del "accidente", nos planteamos qué haríamos cuando se incorporara a trabajar, porque leímos que los dálmatas, me imagino que serán todos, sufrían mucho la ausencia de los dueños. Y entre José y Lola, se creó un vínculo muy fuerte, ya que él pasaba todo el tiempo con ella, cosa que a mi no me ocurría, porque yo iba a trabajar.

Después de unos meses de ver en Internet perritos en adopción, y de pensar en cuál sería adecuado traer, vi en una protectora de un pueblo de Badajoz, la foto de un dálmata que tenía un mes más que Lola y... Me robó el corazón.

El día después de Reyes, fuimos en su busca. Nada más verme se me subió encima y empezó a darme besitos, y supe que no nos habíamos equivocado al ir a buscarlo.Su estado no era lamentable, pero tampoco bueno, su dentadura estaba sucia, los dientes pequeñines, delgado hasta el punto de notarle cada vértebra de la columna y unos ojitos que hablaban de todo lo que había pasado siendo aún cachorrillo (cuando lo recogimos tenía 7 meses y ya llevaba 4 ó 5 abandonado)

El viaje de vuelta fue increíble, estuvo tranquilo, como si nos conociera desde que nació, en brazos de José y míos, a ratos, como si supiera que íbamos a quererlo para siempre y su sufrimiento hubiera acabado.
Pero cuando llegamos a casa, la reacción de Lola nos dejo fríos. Quería comérselo, literalmente.

A base de paciencia y cariño, al cabo del año estaban perfectamente integrados, aunque como niños que son aún :-) se pelean día sí y día también. Pero son rifirrafes territoriales, creo, del tipo, quien manda aquí. Duran menos de un minuto, y después, se colocan en el sofá, uno a cada lado y se duermen.

Nosotros no tenemos hijos, así que ellos son nuestros niños, y aunque pueda parecer exagerado y haya quien no lo entienda, nos hacen muy felices.
Formamos una extraña familia, pero no querría otra.

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